3 consejos para los nervios del inicio
Cuando tenemos que hablar en público, es normal que nos pongamos nerviosos, sobre todo antes de empezar y durante el comienzo de nuestra exposición. En ese primer instante nuestro cerebro más primitivo segrega las hormonas del estrés como método de supervivencia, para protegernos del peligro; sobre todo nos carga el cuerpo de adrenalina, que tensiona los músculos y facilita una huida más rápida.
Sin embargo, el peligro no es real, nuestra integridad física no se encuentra en juego y por ello no salimos corriendo, aunque quisiéramos, pero la adrenalina ya está en nuestro organismo y no se ve consumida. Al no gastarse esa energía escapando, se nos acumula en forma de tensión muscular que llega casi a bloquear nuestra capacidad de hablar.
A continuación enumero mis tres trucos particulares que realmente me han ayudado antes de salir a un escenario. Son tan divertidos que hasta parecen poco serios, pero no implica que no sean eficientes, eso sí, es mejor realizarlos a solas, en un camerino o incluso un baño. No siempre podemos controlar esos nervios del inicio, pero sí hacer estos ejercicios que los calman, sobre todo para que no perduren demasiado tiempo y así comencemos a hablar con la soltura e inercia que de otra forma tardaríamos más en alcanzar.
Sin embargo, el peligro no es real, nuestra integridad física no se encuentra en juego y por ello no salimos corriendo, aunque quisiéramos, pero la adrenalina ya está en nuestro organismo y no se ve consumida. Al no gastarse esa energía escapando, se nos acumula en forma de tensión muscular que llega casi a bloquear nuestra capacidad de hablar.
A continuación enumero mis tres trucos particulares que realmente me han ayudado antes de salir a un escenario. Son tan divertidos que hasta parecen poco serios, pero no implica que no sean eficientes, eso sí, es mejor realizarlos a solas, en un camerino o incluso un baño. No siempre podemos controlar esos nervios del inicio, pero sí hacer estos ejercicios que los calman, sobre todo para que no perduren demasiado tiempo y así comencemos a hablar con la soltura e inercia que de otra forma tardaríamos más en alcanzar.
1) Estirarse
Sin duda es la mejor forma de que nuestro cerebro inconsciente entienda que realmente no hay peligro y deje de segregar las hormonas del estrés. Además este ejercicio de relajación es idóneo para romper con la movilidad limitada que nos deja la tensión muscular debido a la adrenalina. De esa forma podemos respirar mejor, que es la base para una buena fonación.
2) Bostezar
Supone una inyección directa de oxígeno a nuestro cerebro, lo que nos permitirá pensar con mayor claridad y no quedarnos en blanco. Además, desatamos "el nudo de la garganta" que se nos hace cuando tenemos miedo a algo. De esta forma, tendremos un mejor control de nuestras cuerdas vocales cuando tengamos que hablar. Por último, nuestro propio vapor de agua, producido por la exhalación del bostezo, ayuda a hidratar las mucosas de la cavidad bucal, lo que previene la sequedad de boca y que no se nos trabe la lengua al quedarse pegada al paladar. Respecto a esto, es interesante esta recomendación:
3) Reír
Con la risa, aunque sea provocada, liberamos un sinfín de hormonas positivas que contrarrestan el bloqueo que nos provocan los nervios. Ya sea viendo vídeos graciosos a través de nuestro smartphone o simplemente recordando recuerdos agradables, al reírnos volvemos a nuestro estado natural de corporalidad, respiración y pulsación cardíaca, haciendo que nuestros recursos físicos vuelvan a estar al 100% para lograr que nuestra presentación sea lo más parecida a la que habíamos ensayado.